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¿Qué relación tienes con la comarca?


Partimos de que Urdaibai se declaró Reserva de la Biosfera en 1989. Tiene su normativa, infracciones y sanciones, pero le falta algo clave: no hay un guarderío ambiental específico. No existe una vigilancia ambiental que haga cumplir la ley, y eso es una carencia muy importante. Para regular los usos públicos necesitas una autoridad que sancione. Si aumenta la carga turística sin abordar este tema, sería un problema serio. También me preocupa la logística. Por ejemplo, si el Guggenheim se construyera en Gernika, no me meto, pero si se hace en Murueta, que está en la marisma media, veo problemas serios. Urdaibai no cuenta con bidegorris adecuados de cuatro metros, no hay carriles exclusivos para autobuses ni aparcamientos disuasorios. Sería un caos. Y el tercer punto es la capacidad de carga, sobre todo en la zona núcleo de la reserva, que preocupa mucho a quienes trabajamos en el ámbito de la naturaleza.


¿Cuáles son los retos de la comarca?


En todos los espacios naturales se estima cuántas personas pueden acoger. Si hablamos de turismo masivo, eso afecta directamente a la esencia de la reserva. En ciudades como Bilbao, esa capacidad es mayor, pero en una reserva natural, es mucho más delicado. La zona núcleo está destinada a conservación e investigación. El tránsito allí tiene que ser muy limitado. Y luego está la perspectiva de la naturaleza. Si hablásemos en nombre del águila pescadora o la espátula, les daría igual el Guggenheim. Lo que les afecta son las mil embarcaciones que ya hay en la reserva: más de 200 en Sukarrieta, unas 400 en Mundaka, otras tantas en Bermeo, Elantxobe...


Si el Guggenheim se ubica en Murueta, vendrá más gente buscando el selfie, y eso implica más embarcaciones. Y como decía antes, no hay regulación de usos públicos. Ahora mismo, cualquiera puede tirar una piedra, poner su embarcación y ocupar espacio sin ningún tipo de canon o norma. Es muy grave. Y veo un problema grave de movilidad. No tenemos vías ciclables homologadas como en Europa. Las que hay son de metro y medio, y eso no es suficiente. Según la normativa europea, se necesitan al menos cuatro metros para una vía ciclable segura y compartida. Además, en la margen derecha no hay nada previsto hasta 2031. El 99% de la gente llega a la reserva en coche particular. Es una barbaridad. Deberían venir en bici o transporte público.


Creo que tenemos que apostar por lo que nos hace únicos: la naturaleza. No tiene sentido montar aquí un parque fotovoltaico brutal cuando lo pueden hacer diez veces mejor en Vitoria. Nuestra fortaleza es la biodiversidad, las marismas. Eso no es replicable.


¿Cuáles son las oportunidades?


Tenemos que apostar por actividades que se alineen con el Plan de Desarrollo de Actividades Socioeconómicas, que aproveche lo que hace especial a este lugar. Que tenga identidad propia de la comarca. Como las cuevas o la historia de Gernika con Picasso. Pero sin olvidar la logística. No se pueden plantear infraestructuras mediáticas sin antes tener todo resuelto: movilidad, descontaminación, etc. Además, los visores de la Diputación dicen que ya están hechas las vías, pero son de un metro. No tiene sentido. También nosotros nos hemos diversificado hacia el ecoturismo. Pero solo queremos atraer a gente que valore la naturaleza. Quien viene de juerga, aquí no pinta nada. Hay que ser un poco excluyente para preservar el lugar. Por ejemplo, los alemanes o holandeses disfrutan del entorno porque tienen esa sensibilidad.


Con la situación actual, ¿quién gana y quién pierde?


Con el Guggenheim ha habido mucho impacto mediático negativo, como con la plataforma Urdaibai Stop. El problema es que no se conoce el proyecto concreto. La gente pide saber qué se va a hacer exactamente. Si supiéramos si va por la marisma o por la zona núcleo, podríamos valorar.


Reconozco también que ha habido impactos enormes en la reserva desde los años 80: dragados de los astilleros, vertidos industriales, marisqueo invasivo, turismo descontrolado... Todo sin vigilancia ambiental. Los ecologistas venden esto como un sitio idílico, pero no lo es. La ley existe, pero no se cumple. Ese es el problema. Es una cuestión interinstitucional. Aquí confluyen Ministerio de Medio Ambiente, Gobierno Vasco, Diputación, Ayuntamientos... Y al final, nadie se responsabiliza. Se hace mucho marketing, pero faltan infraestructuras básicas. Por ejemplo, nosotros tenemos un taller para arreglar bicis, pero luego no podemos recomendar usar la carretera. Hay que empezar por la base: infraestructuras reales. Luego ya vendrá el marketing. Lo mismo con el Guggenheim: primero hay que solucionar lo básico. Y luego hablar de proyectos, su viabilidad y cómo pueden afectar al entorno.


¿Hay algo más que quieras añadir?


Sí, por ejemplo, lo que está pasando con los perros. Mucha gente los lleva sueltos por zonas donde están las aves, sin saber que les hacen daño. Si hubiera un guardia, podría informar y regular. Igual hay que habilitar zonas para perros, pero es clave regular los usos públicos. Sin eso, todo lo demás se cae.