¿Cómo ves el estado de la comarca en la actualidad?
Pues a mí me parece que no está yendo en la dirección que se pensaba o se había previsto hace treinta años, o así. Se ha dado permiso a actividades aquí en Urdaibai que no estaban previstas para lo que debería ser una reserva de la biosfera. Entonces, a mí me parece que las prohibiciones no son tantas. Está bien combinar la vida laboral y el bienestar de la gente con el cuidado de la naturaleza, claro que sí. Pero aquí se ha pecado algo, ¿no?
Y ahora, con la idea de poner aquí el segundo museo del Guggenheim, me parece un disparate. No tiene sentido poner un museo en ese lugar. Porque eso supondría ampliar carreteras, traer más turismo... Está bien el turismo, da cierta riqueza, sí, pero no hay que exagerar. Hay que guiarlo y gestionarlo bien, para que sea en beneficio de la gente que vive aquí. No solo en cuanto a poder ganarse la vida, sino también en cuanto a poder seguir viviendo en este entorno que tenemos.
¿Qué oportunidades identificas para Urdaibai?
Yo creo que el turismo ha aumentado mucho y, bien gestionado, puede ayudar a que la gente se quede a vivir aquí y no se marche, por ejemplo, de Gernika. Porque ahora mismo la mayoría de la gente que vive aquí trabaja fuera. Pero hay que hacerlo con mucha cabeza. Y no se puede permitir que, por ejemplo, el Guggenheim venga acompañado luego de un hotel. Yo, desde luego, creo que es mejor apoyarse en las casas rurales. Es mucho más sostenible que un hotel dentro de la biosfera de Urdaibai.
Y además, tampoco creo que poner el museo y un hotel fuera a ayudar mucho a reducir la tasa de desempleo. Porque para eso se necesitaría gente de fuera, por lo menos en su mayoría. ¿Cómo vas a encontrar aquí veinte personas que tengan la carrera de turismo y que sepan idiomas? Ese sigue siendo un problema, incluso ahora, entre quienes llevan casas rurales, porque muchos no saben inglés.
En Gernika hay una edificación que lleva ya años —no me atrevo a decir cuántos, pero más de cinco— prácticamente vacía. La construyeron para ofrecer a pequeñas empresas o para oficinas, y no se utiliza. Y esas cosas pasan. Hay lonjas en la zona industrial, de pequeños talleres, que están vacías. Y han construido este bloque que, sinceramente, no tiene ni pies ni cabeza. No sé quién tiene que dirigir eso, pero está mal. Eso no atrae nada. Lo único que hay ahí es un edificio que molesta.
¿Qué opinas sobre el proyecto de ampliación del museo Guggenheim en la zona?
No me parece lógico plantear un museo en medio de la naturaleza. Es que no. Que lo pongan donde hay público, donde la gente realmente quiere ir a verlo, en Gernika, por ejemplo. Es que nosotros ya vamos a Bilbao con cierta frecuencia: hay gente que va mucho, gente que va a la ópera o al museo... Es mucho más lógico que la poca gente que vivimos en el campo nos acerquemos a la ciudad, que no al revés.
Si fuera como el museo de Chillida o el de Oteiza, que están en el campo porque son esculturas y esos dos artistas vivían ahí, sería distinto. Igual que Ibarrola, que vive en Oma y ha hecho el Bosque Pintado. Eso es otra cosa. Eso sí me parece coherente. Pero plantar ahí un museo de arte moderno me parece antinatural. No lo entiendo.
Me parece que el Patronato no va bien. No tiene poder de decisión. Al principio iba muy bien, con cariño, con entusiasmo... pero ahora no lo veo así. Mira lo que pasó con Astra: ese edificio era una fábrica de armas construida a principios del siglo XX y lo querían tirar para construir pisos privados. Los jóvenes se opusieron, y al final consiguieron que ahora sea un centro cultural. Es verdad que ahora parece que no funciona tan bien como al principio, pero al menos no hay pisos ahí. Cuando hay localidades que no están utilizadas, me parece mucho mejor reutilizarlas en vez de construir nuevas.
En Gernika, por ejemplo, se cierran tiendas casi todos los meses. Y yo me acuerdo de que en los años 80 había en el Estado español dos millones y medio de parados, y en Gernika había más lonjas cerradas que abiertas. Era un panorama muy triste. Ahora me parece que no es tan triste, pero sigue bastante apagado. Y yo no creo que poner un museo fuera a animar la vida en Urdaibai. Yo creo que hay que ir por otro camino, uno más natural. A mí me gusta defender y cuidar la naturaleza, aunque no sea experta. Siempre me alegro cuando veo que hay pequeños grupos, como los que están ahora plantando árboles autóctonos y mezclados, no eucaliptos.
Eso de haber plantado eucaliptos en la biosfera de Urdaibai… tampoco estuvo bien. Pero parece que fue el Gobierno Vasco quien lo aconsejó. Y eso es muy triste. Ha afectado mucho al paisaje y, además, daña mucho la tierra.
¿Hay algo más que quieras comentar?
Yo veo que cada año hay más turistas. Pero parece que tampoco dejan dinero. Llegan con el autobús, hacen el circuito y se vuelven a montar para irse. Gernika está mal, y entonces la comarca tampoco está bien. Creo que tenemos unas carreteras muy buenas, quitando las curvas —que no se pueden evitar en el País Vasco, claro—. Yo me acuerdo de cuando eso era horroroso: baches, carreteras estrechas… Ahora estamos en una situación muy buena en cuanto a carreteras.
En la Unión Europea hay una ley que dice que, para no sé qué año —pero ya ha pasado—, todos los caseríos deberían estar conectados a la red pública de saneamiento. Pues aquí no es el caso. Nosotros todavía tenemos pozo séptico. No es un gran problema, porque se limpia cada seis o siete años, pero ahí está la ley, y no se cumple. Sin embargo, se quiere poner un museo en medio de la naturaleza.
Se vive muy bien aquí. La gente viene de Alemania, de Francia, porque dicen que tenemos un paisaje precioso. Y claro, eso hay que mantenerlo, no llenarlo de edificaciones. No soy experta, y no sé qué capacidad se necesita ni qué capacidad hay. Pero si mantienes una casa rural sencilla, no con lujos, sino bonita y muy cerca de la naturaleza, eso funciona. Te lo digo por experiencia: en verano, y también en otras épocas, recibimos turistas en nuestra casa. Y cuando les preguntas qué excursiones han hecho, te dicen: “hemos estado en San Sebastián, el otro día en Vitoria, y mañana vamos a Bilbao”.
Hace años se hizo un esfuerzo —supongo que hubo dinero de la Unión Europea— y se abrieron caminos para andar y para bicicleta. Pero no los han mantenido. La hierba ha crecido y ahora es muy difícil encontrar esos caminos que se abrieron hace diez o quince años. Cuando haces algo, conviene pensar: ¿tenemos dinero para el mantenimiento? Porque si no, más vale no hacerlo. Y claro, si llega dinero de la Unión Europea, supongo que hay que utilizarlo para esas cosas específicas. No se puede decir: “ahora vamos a poner una fuente aquí” en vez de abrir un camino de senderismo, o cosas así.